EL VIAJE DE LA PSICOTERAPIA

Concibo la psicoterapia como un camino hacia la autonomía, un recorrido por el autoconocimiento que a través de la escucha activa, la empatía y otras herramientas puede conducirnos a conectar con nuestra esencia.

Considero que de este modo, el proceso terapéutico favorece el desarrollo personal, el ser más consciente y potencia la adquisición de recursos para que una persona consiga regularse de una forma más libre y autónoma.

EL VIAJE DE LA PSICOTERAPIA

Concibo la psicoterapia como un camino hacia la autonomía, un recorrido por el autoconocimiento que a través de la escucha activa, la empatía y otras herramientas puede conducirnos a conectar con nuestra esencia.

Considero que de este modo, el proceso terapéutico favorece el desarrollo personal, el ser más consciente y potencia la adquisición de recursos para que una persona consiga regularse de una forma más libre y autónoma.

Psicoterapia individual

50 min
70€

Psicoterapia de pareja

60 min
90€

Con-tacto terapéutico

60 min
70€

RESERVA TU CITA POR E-MAIL
O ESCRÍBEME A WHATSAPP

Psicoterapia individual

50 min
70€

Psicoterapia de pareja

60 min
90€

Con-tacto terapéutico

60 min
70€

RESERVA TU CITA POR E-MAIL
O ESCRÍBEME A WHATSAPP

HISTORIA DE UN FARERO

Aquí un resumen o sinopsis de la historia del farero, que resulte atractivo para quien quiera leerlo porque así de primeras nadie se lee las cosas.

Érase una vez un viejo lobo de mar, o quizás no fuera tan viejo, pero si experimentado en surcar los mares de la vida, que después de pasar años navegando por profundos océanos, se enfrentó a una de las peores tormentas que jamás había visto.

Trató de sujetar el timón con todas sus fuerzas, no quería perder el rumbo de su brújula, un destello a lo lejos parecía mandarle una señal, pero las fuertes corrientes y las enormes olas le hicieron finalmente naufragar.

Así fue cómo nuestro náufrago llegó accidentalmente a la isla Libertad. Un islote que aunque no parecía paradisíaco, podía ser un buen lugar para recuperarse tras este fatídico episodio.

Días después de su llegada, cuando el náufrago ya se había hecho con la zona, pues ya disponía de una pequeña cabaña, había recolectado provisiones y leña e incluso dibujado su propio mapa para orientarse, tuvo una gran idea: construiría un faro.

“El faro serviría para poder ayudar a los demás navegantes que se encontraran en las proximidades de su isla”.

Durante sus largas travesías, las linternas del mar habían sido de vital importancia para él: seguir su rumbo correctamente, no perder el norte en las  tempestades o cuando se había podido sentir perdido. Así que se puso manos a la obra e hizo un faro que aunque rudimentario por los materiales, lucía con gran brillo en las oscuras noches que engullían la rocosa isla.

A partir de ese momento todas aquellas embarcaciones que flotaban en los alrededores, no dudaban en acercarse a la isla si así lo querían. Distintos motivos les atraían hasta la luz que destellaba incesante cuando anochecía.

Algunos de ellos acudían porque necesitaban reorientar su rumbo, otros querían descansar y tomar provisiones para continuar su travesía, distintos
eran aquellos que habían pasado por terribles tormentas y ahora, con el casco de la embarcación dañado requerían repararlo para continuar, y como no, algún que otro pirata despistado también visitaba a nuestro incansable farero. El farero que encontró en una isla cualquiera y casi por casualidad su verdadera vocación.

HISTORIA DE UN FARERO

Aquí un resumen o sinopsis de la historia del farero, que resulte atractivo para quien quiera leerlo porque así de primeras nadie se lee las cosas.

Érase una vez un viejo lobo de mar, o quizás no fuera tan viejo, pero si experimentado en surcar los mares de la vida, que después de pasar años navegando por profundos océanos, se enfrentó a una de las peores tormentas que jamás había visto.

Trató de sujetar el timón con todas sus fuerzas, no quería perder el rumbo de su brújula, un destello a lo lejos parecía mandarle una señal, pero las fuertes corrientes y las enormes olas le hicieron finalmente naufragar.

Así fue cómo nuestro náufrago llegó accidentalmente a la isla Libertad. Un islote que aunque no parecía paradisíaco, podía ser un buen lugar para recuperarse tras este fatídico episodio.

Días después de su llegada, cuando el náufrago ya se había hecho con la zona, pues ya disponía de una pequeña cabaña, había recolectado provisiones y leña e incluso dibujado su propio mapa para orientarse, tuvo una gran idea: construiría un faro.

“El faro serviría para poder ayudar a los demás navegantes que se encontraran en las proximidades de su isla”.

Durante sus largas travesías, las linternas del mar habían sido de vital importancia para él: seguir su rumbo correctamente, no perder el norte en las  tempestades o cuando se había podido sentir perdido. Así que se puso manos a la obra e hizo un faro que aunque rudimentario por los materiales, lucía con gran brillo en las oscuras noches que engullían la rocosa isla.

A partir de ese momento todas aquellas embarcaciones que flotaban en los alrededores, no dudaban en acercarse a la isla si así lo querían. Distintos motivos les atraían hasta la luz que destellaba incesante cuando anochecía.

Algunos de ellos acudían porque necesitaban reorientar su rumbo, otros querían descansar y tomar provisiones para continuar su travesía, distintos
eran aquellos que habían pasado por terribles tormentas y ahora, con el casco de la embarcación dañado requerían repararlo para continuar, y como no, algún que otro pirata despistado también visitaba a nuestro incansable farero. El farero que encontró en una isla cualquiera y casi por casualidad su verdadera vocación.